lunes, 29 de agosto de 2011

Vindicación de Belluga

Así titula su obra Juan Ortiz del Barco, seudónimo con que firmaba sus trabajos el cronista motrileño Manuel Rodríguez Martín, con la que quiso salir al paso de algunas teorías que pretendían en Belluga secretas aspiraciones para alcanzar el Capelo cardenalicio.

En la obra, publicada en 1913, Ortiz del Barco trascribe la correspondencia cruzada por Belluga y Clemente XI, demostrando que la aceptación de la púrpura sólo se produjo después del expreso mandato del Santo Padre.


jueves, 25 de agosto de 2011

Los cuatro Santos de Cartagena

Belluga viajó por primera vez a Roma para asistir al cónclave que elegiría a Inocencio XII tras el fallecimiento de Clemente XI, aunque cuando llegó, a finales de mayo de 1721, la elección ya se había producido.
  
Entre los varios asuntos que le retuvieron en la corte romana durante algo más de dos años destaca el que le convertiría en uno de los más reputados purpurados en la defensa de causas de beatificación. Belluga defendió y consiguió diversas gracias referentes al culto a los denominados Cuatro Santos de Cartagena”, San Isidoro, San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina, cuatro hermanos oriundos de la ciudad que daba nombre a su obispado.      

Para San Isidoro consiguió el reconocimiento de Doctor de la Iglesia y la extensión de su oficio a toda al Iglesia Católica. Para San Leandro, Santa Florentina y San Fulgencio oficio propio en toda España; por último consiguió de la Sagrada Congregación de Ritos el reconocimiento de Doctor para éste último y la celebración especial de su fiesta en la diócesis de Cartagena.

Además del Profesor Vilar en su biografía de Belluga, Dª María del Carmen Cremades Griñán ha estudiado en detalle el proceso para la consecución de estos reconocimiento en su trabajo Defensa del cardenal Belluga en la Congregación romana de Ritos de los oficios propios de San Fulgencio y San Leandro”.

lunes, 22 de agosto de 2011

La bula bellugana

Llamada así por sus detractores al ser Belluga el redactor de su texto, la bula Apostolici Ministerii, fue promulgada por el Papa Inocencio XIII en 1723 para el estricto cumplimiento de los preceptos disciplinares emanados del Concilio de Trento por parte del clero diocesano y regular español.

Belluga, con el apoyo real, preparaba junto al primado de Toledo un concilio provincial que quería ser el primero de los que promovieran la reforma eclesiástica en el territorio hispano, pero la muerte de Clemente XI en marzo de 1721 obligó al recién nombrado cardenal a viajar a Roma para asistir al concilio que eligiera nuevo pontífice.

Su primera estancia en la ciudad eterna se prolongaría por algo más de dos años, durante los que fue agregado a la Congregación del Concilio encargada de velar por el cumplimiento de las reformas tridentinas y donde su intervención y propuestas fueron decisivas para la promulgación definitiva de la bula.

La profesora Vilar a estudiado el proceso que de redacción y aprobación de la bula en su trabajo “La misión oficial del Cardenal Luis Belluga en Roma en 1722-1723, a través de un epistolario inédito”.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Renuncia al obispado

Aunque en varias ocasiones había expresado su intención de renunciar al obispado de Cartagena y abrazar la vida monástica, con su designación como cardenal, Belluga se vio abocado a renunciar a esta pretensión instalándose en Roma tras su retirada de la mitra cartaginense.

Durante su primera estancia romana entre 1720 y 1723, Belluga negoció su salida del obispado así como la persona de su sucesor. Tras su regreso a España para entregar al rey la Bula Apostolici Ministerii, cerrados los acuerdos con quien habría de sustituirle en la sede murciana, el Cardenal renunciará al obispado el 9 de diciembre de 1723 instalándose definitivamente en Roma.

Pronta la aceptación de su renuncia, en agosto de 1724 y desde Roma, el Obispo de Cartagena se dirigirá a sus diocesanos en una carta de despedida en la que explicará en primer lugar los motivos que le llevan a tal renuncia y se disculpa de sus muchos defectos y “falta de buen gobierno”. Elogia seguidamente la figura de su sucesor y explica detalladamente el acuerdo al que han llegado para la distribución de los beneficios del obispado. Por último Belluga recuerda algunas de sus acciones como Obispo y expresa tres peticiones, “que no se olviden de la observancia y guardia de nuestros edictos”, “que aquel mismo amor y obediencia que les hemos merecido, este mismo experimente nuestro sucesor” y finalmente que “nos perdonen los defectos que hemos tenido en su gobierno y pidan al Señor no nos haga cargo ni de nuestras certísimas omisiones, ni de los que pudieran haber aprovechado, si hubiéramos sido el que debíamos”.

lunes, 15 de agosto de 2011

Tomás José de Montes, sucesor de Belluga.

Previo a su renuncia al obispado, Belluga había negociado en Roma la persona de su sucesor en la sede cartaginense.

Tomás José de Montes, era granadino formado en el seminario diocesano y en la universidad de aquella ciudad donde llegó a ser Abad de la Colegial del Sacro-Monte, y donde muy posiblemente conociera al Cardenal en sus años de formación. Belluga volvió a coincidir con él durante su primera estancia en Roma, en cuya curia Montes ocupó relevantes puestos, además de una canonjía en la Basílica de San Juan de Letrán, para ser designado finalmente Obispo de Oviedo.

Tras el acuerdo entre ambos mitrados sobre el repartimiento de las rentas del obispado, Montes sería promovido a su nueva sede el 1 de septiembre de 1724 tomando posesión a finales de noviembre de ese mismo año

miércoles, 10 de agosto de 2011

Problemas con su sucesor

Escudo episcopal de Belluga
A pesar del entendimiento inicial y el acuerdo firmado por Belluga y su sucesor para el repartimiento de las rentas del obispado de Cartagena, pocos años después de su llegada a Murcia, el nuevo Obispo reclamará a Belluga, con un exhaustivo memorial jurídico, la parte de las rentas que éste había reservado para el sostenimiento de sus Pías Fundaciones, lo que provocará un largo enfrentamiento entre ambos que no cesará sino al fallecimiento del Obispo de Cartagena dos años antes que el Cardenal motrileño.

A partir de una carta enviada por Belluga a su sucesor en 1736, la Profesora Vilar analiza el contencioso mantenido por ambos obispos en su trabajo Tomás José de Montes, obispo de Cartagena, contra las Pías Fundaciones del Cardenal Belluga”. Asimismo D. Juan B. Vilar a estudiado el memorial del Obispo Montes en su trabajo Memorial jurídico de Tomás José de Montes, obispo de Cartagena, sobre obligaciones económicas del cardenal Luis Belluga para con su antigua diócesis, y respuesta de Belluga desde Italia (1736)”.