miércoles, 22 de diciembre de 2010

La muerte de Belluga

La enfermedad de “mal de orina” que padecía Belluga desde años atrás –algún tipo de dolencia renal-, se agravó a principios de 1743. Sumido en oración mental y clavada la mirada en el crucifijo y a una imagen de la dolorosa que hizo colocar a los pies de su lecho, Belluga se preparó para morir durante las siete semanas que permaneció postrado antes de su fallecimiento.

El viernes 22 de febrero de 1743, justo cuando en el templo romano del Oratorio de San Felipe Neri concluía el ejercicio de la Buena Muerte, al que tantas veces asistiera en su condición de oratoriano, fallecía el cardenal motrileño. Era Viernes de Dolores, festividad litúrgica dedicada a su gran devoción marina.

Dejó establecido ser sepultado en la cripta común de la Iglesia del Oratorio y que no se hicieran solemnes honras en su entierro. Sin embargo por expreso mandato de S. S. Benedicto XIV se celebraron solemnísimas exequias por él presididas y con asistencia de todo el Sacro Colegio Cardenalicio.

Fue enterrado, según su deseo, en el templo de Santa María in Vallicena pero su sepultura se situó, en lugar preferente, a los pies de la capilla derecha del presbiterio y sobre su lápida en latín el texto que redactó el propio Santo Padre:

Dios Omnipotente Misericordioso

A Luis Belluga Español
que, de Obispo de Cartagena
contra su voluntad y renuncia,
por Clemente XI Pontífice Máximo
al Colegio de Cardenales de la Santa Romana
Iglesia fue elevado,
como Protector de las Españas, ante la Santa Sede.

Defensor de los derechos de la Iglesia Romana,
sólo de una cosa se preocupó,
agradar a Dios y no a los hombres:
Varón ardentísimo
en el celo de la propagación de la Fé,
sustentador de la disciplina eclesiástica,
solícito de la alimentación de los pobres
y de la educación de la juventud,
fundó a sus expensas Colegios, Casas, Escuelas
Piadosas y Seminarios.

Benedicto XIV, Pontífice Máximo
este perenne monumento de su amor
públicamente le consagra.

Vivió ochenta años, dos meses y veintitrés días.
Murió el 22 de febrero del año 1743.

Aquí, por su testamento, y con los hijos de San
Felipe Neri
del que era también hijo y propagador de su
Congregación,
espera la resurrección final.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Exequias romanas del Cardenal


Las exequias por el Cardenal Belluga se celebraron en la Iglesia de Santa María in Vallicella, templo de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri en Roma donde fue sepultado. Contrariamente a lo estipulado por Belluga,y por expreso deseo del Papa Benedicto XIV, se celebró un solemnísimo funeral que presidioel propio Pontífice y al que asistió el Colegio Cardenalicio en pleno.y fueron presididas por Su Santidad el Papa Benedicto XIV, con el que le unía gran amistad.

Pedro Antonio Belluga y Ossorio, pariente del Cardenal que había compartido con él sus años en Roma y que ocupaba un cargo de responsabilidad en el Seminario Romano cuando falleció su tío, se encargó de la organización del funeral en el que pronuncio el fúnebre panegírico el jesuita Nicolai Galeotti, texto que poco después fue dado a la imprenta y del que se conseva un ejemplar en la Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Funeral en Murcia por el Obispo Belluga

La Real Congregación del Oratorio de San Felipe Neri de Murcia, establecida por el Obispo Belluga el 13 de abril de 1713, celebró solemnes exequias por su fundador, cuatro meses después de su fallecimiento, el 19 de julio de 1743.

El funeral se celebró en la catedral del obispado corriendo a cargo de D. José Molero Albacete sacerdote del Oratorio Murciano , la Oración Fúnebre por el eterno descanso de su alma.

El Padre Molero Albacete era motrileño, gran amigo del Cardenal, había sido Párroco de la Iglesia Mayor de La Encarnación Motril, y debió ser uno de los llamados "granadinos" que acompañaron o fueron llamados por Belluga, como colaboradores, a su llegada al Obispado de Cartagena.