Llamada así por sus detractores al ser Belluga el redactor de su texto, la bula Apostolici Ministerii, fue promulgada por el Papa Inocencio XIII en 1723 para el estricto cumplimiento de los preceptos disciplinares emanados del Concilio de Trento por parte del clero diocesano y regular español.
Belluga, con el apoyo real, preparaba junto al primado de Toledo un concilio provincial que quería ser el primero de los que promovieran la reforma eclesiástica en el territorio hispano, pero la muerte de Clemente XI en marzo de 1721 obligó al recién nombrado cardenal a viajar a Roma para asistir al concilio que eligiera nuevo pontífice.
Su primera estancia en la ciudad eterna se prolongaría por algo más de dos años, durante los que fue agregado a la Congregación del Concilio encargada de velar por el cumplimiento de las reformas tridentinas y donde su intervención y propuestas fueron decisivas para la promulgación definitiva de la bula.
La profesora Vilar a estudiado el proceso que de redacción y aprobación de la bula en su trabajo “La misión oficial del Cardenal Luis Belluga en Roma en 1722-1723, a través de un epistolario inédito”.