
El retablo, con su cuadro dedicado a la titular de la capilla, se configuraba como elemento principal del espacio, que se completaba con varios cuadros y un amplio repertorio de reliquias enviadas por Belluga desde Roma, no en vano el Cardenal perteneció a la Congregación de Sagradas Reliquias.
La ubicación exacta de cada una de ellas fue señalada por Belluga, así como los días en que habrían de venerarse públicamente. La relación de las mismas y la descripción de los relicarios que las contenían es la que sigue:

Cuatro relicarios con ciento treinta reliquias cada uno de ellos, “con sus adornos de talla dorados, sus puertas y cuatro llaves”, entre ellas se contaban la de la columna donde fue azotado Nuestro Señor Jesucristo y otra de San Pedro.

Desgraciadamente ninguna de ellas ha llegado a nuestros días, por lo que las imágenes que ofrecemos corresponden a relicarios de la época con características similares a las descritas por Belluga.