Un hecho, declarado milagroso por Belluga, vino a reforzar las tesis del Obispo de Cartagena sobre el cariz religioso de la contienda sucesoria.
Mientras la tropas austracistas destruían la ciudad de Alicante, profanando y destruyendo sus templos durante los días 8 y 9 de agosto de 1706, una imagen de la Dolorosa , devoción particular de un tal Francisco López Majuelo en el partido de Monteagudo a las afueras de Murcia, sudó y lloró copiosamente, empapando incluso los manteles sobre los que se hallaba colocada, por lo que se advocó desde entonces como Virgen de las Lágrimas.
Belluga, en un exhorto a sus fieles murcianos, no tardo en declarar “por milagrosas dichas Lágrimas, y sudor, y digna de veneración, y culto la sagrada Reliquia de los Manteles”, considerando que “ya no avían de mirar esta guerra, tanto por causa de justa defensa de su Rey, y su patria, como por causa suya, y de su misma Religión”
La imagen fue mandada llevar a la Catedral de Murcia donde ha recibido culto hasta el 16 de octubre de 1995, en que fue devuelta por el Cabildo Catedral Murciano para su veneración en la iglesia que ordenó levantar Belluga en el lugar del milagro.