“Da al pobre sano para un día, al enfermo y la viuda para una semana, y a la fundación para un siglo”.
Esta frase de Belluga evidencia su carácter pragmático y nos confirma que el Cardenal no podía dejar de prever una fuente de financiación y sostenimiento futuro para la magna obra benefactora que suponían sus Pías Fundaciones.
Belluga, que rechazó todos los honores, posesiones y beneficios que por su participación en la contienda sucesoria le fueron ofrecidos por la corona, emprendió a partir de 1715 una espectacular obra colonizadora tras la cesión de un terreno pantanoso en la ribera del Segura que le solicito a la ciudad de Orihuela, al que se unieron tierras similares cedidas por Guardamar y arrendadas a la ciudad de Orihuela, en 1720 y 1724 respectivamente. En total 5.446 Hectáreas (103.147,24 marjales).
La empresa agrícola emprendida por Belluga, exigía en primer lugar la desecación de tan extenso territorio para su posterior puesta en cultivo, obra que llevó a cabo y que garantizó el sostenimiento de sus Pías Fundaciones por más de un siglo.
Gregorio Canales y José Fernando Vera han realizado un estudio sobre el proceso seguido por Belluga en la zona de Guardamar y la situación actual del mismo, que explica la valentía de la complicada obra de ingeniería emprendida en el siglo XVIII por el motrileño, primera de su índole en España, y la relevancia que tiene en nuestros días.